El síndrome de la cabaña

¡Por fin se puede salir a pasear,correr o hacer cualquier tipo de deporte tras caso 60 días confinados entre la cuatro paredes de nuestra casa!

Ya empezamos a respirar , a sentir otras sensaciones que no sean las de la intimidad más absoluta, como las de la libertad y la vuelta a cierta normalidad que aún continúa siendo escasa,pero sin duda entramos en una nueva etapa, la desescalada por fases.

Nos sentimos más próximos a la realidad , volvemos a contactar con el mundo externo.

¿Todos volvemos a salir? Pues no, hay gente que prefiere no hacerlo. Aunque sea extraño hay personas        que  le han cogido gusto al confinamiento, que temen la vuelta a esa normalidad impuesta. A muchos este claustro, les ha reconciliado con ciertas facetas de la vida que tenían en el olvido. Nuestros hogares se han convertido en un refugio seguro ante el peligroso y mortal virus.

Un virus que nos hace tener miedo al contagio y que  nos ha hecho  padecer  ansiedad ante el regreso a la realidad de la calle, de las personas y de la propia vida.

Muchos psicólogos estos días han confirmado que se han encontrado a un gran número de personas  angustiadas con la idea de volver a salir, sobre todo esas personas que vivían estresadas, y que gracias al confinamiento han tenido tiempo para ellos, sus seres queridos y sus aficiones. Todos esos, ahora, con la estampida de salida son reacios a volver a su frenética vida anterior.

Y como el miedo es libre, muchas personas eligen quedarse en casa presas de una agorafobia que con el tiempo desaparecerá.

Dicen que de las experiencias  dramáticas y duras como esta, siempre se aprende y se extraen valiosas enseñanzas.

De esta pandemia hemos aprendido que el ser humano es vulnerable hasta límites insospechados ; nos hemos dado cuenta que no somos dioses como falsamente nos creíamos.

Nos hemos vuelto más introspectivos, más íntimos y mucho  más reflexivos.

Otra enseñanza que creo hemos extraído de esta larga cuarentena es que la solidaridad es algo necesario en esta sociedad tan consumista. Y hablando de consumo,también hemos aprendido a ser más austeros, que se puede vivir con menos, y que además de  ahorrar más  nos hace sentirnos mucho mejor. Ahora estamos viviendo con lo indispensable.
Lo más  lamentable y triste, es que hay familias que no tienen ni tan siquiera lo más indispensable. Las hay que están pasando hambre y que están viviendo una situación más que dramática. Son las  consecuencias  de este hijo de puta de virus, que nos está destrozando en todos los sentidos.

El COVID19, nos ha refugiado en nuestros hogares por miedo a la muerte o a las secuelas que nos pudiese ocasionar las ramificaciones del coranovirus, pero no nos engañemos, tras la experiencia tan espantosa que hemos vivido, y cuando aparezca la vacuna y el miedo haya desaparecido todos volveremos a salir a la calle arrasando con todo, como antes. Siendo tal vez peores y más egoístas. El ser humano es el único animal que tropieza dos veces en la misma piedra,

Nos hemos comportado en el confinamiento de forma ejemplar, pero la estampida, me temo, va a ser atroz.

PD. Por cierto, y no deja de ser una fatal casualidad este 8 de mayo se cumplen 75 años que terminó la Segunda Guerra Mundial en Europa, con la rendición de Alemania ante el ejército aliado.

Esa Segunda Guerra Mundial fue el peor suceso del siglo XX con más de 45 millones de personas fallecidas

El triste aniversario de la Segunda Guerra Mundial coincide con el pleno apogeo de    esta pandemia,  ya en pleno siglo XXI,  que ya ha segado la vida de casi 300.000 personas en todo el mundo, y que no ha dicho su última palabra. Toda una fatalidad