Ante el Celta al que derrotó por (2-0), se volvió a ver a ese Real Madrid más fiable y de acuerdo a su guión establecido a lo largo de su historia. Vimos a un equipo sólido y muy serio.
Además va rescatando a jugadores que estaban sin aparecer y que vuelven a la buena senda, como es el caso de Marco Asensio que partido a partido va acercándose a su mejor versión. Frente al Celta, el mallorquín impulsó a su equipo a la victoria con su gol, que era el 2-o y en el primer tanto que sirvió perfectamente a Lucas Vázquez en el 1-0 a los seis minutos, que fue la antesala al convincente triunfo ante el Celta que llegaba lanzado a este tramo de la liga.
El Real Madrid supo desactivar al buen Celtiña que se presentó en la capital enrachado y con ganas de sorprender a los blancos en el Alfredo Di Stéfano. Está claro que hay un Celta ante del Chacho Caudet y otro después. Este Celta, con su nuevo técnico, es un equipo que defiende con firmeza y ataca con convicción. Juega sin complejos como demostró en la primera parte, donde mandó por encima del Real Madrid aunque con poco peligro para tanta posesión.
Los gallegos eran los que tenían la posesión, pero el Madrid era el que profundizaba y creaba más peligro con sus rápidas contras que protagonizaron especialmente los dos extremos: Lucas Vázquez y Asensio. Tanto montó uno como otro. Una pareja que lleva unos partidos empujando con fuerza y ganándose a base de méritos, su titularidad.
A pesar de la ausencia de Sergio Ramos, el Madrid fue una roca atrás con Nacho, el sustituto de Ramos, en plan jefe; y Mendy en el puesto de Marcelo, que ya no está para muchos trotes. Fue una defensa segura y firme.
El encuentro comenzó con mucho ritmo. Desde el primer momento, el Madrid quiso demostrarle al Celta que no iba a ser ese equipo timorato del segundo periodo frente al Elche. No obstante, la primera ocasión de gol fue para los de Vigo. En un robo,tras larga posesión madridista, Nolito lanzó al espacio a Iago Aspas, que cara a cara con Courtois le superó elevándole el balón que llevaba marchamo de gol, pero en última instancia apareció Nacho que despejó con fuerza. De ese despeje nació una contra de Asensio que llevó hasta la línea de fondo, donde dio un gran pase para que Lucas Vázquez, de cabeza, hiciese el 1-0.
Asensio, ¡por fin! Se ha dejado de languideces y esa absurda timidez para volver a ser ese jugador que que en carrera es todo un cuchillo que ocasiona gran daño. De esa forma nació el primer gol del Madrid, obra de Lucas Vázquez, un jugador que se ha hecho, a base de trabajo y espíritu de sacrificio, imprescindible en el once de Zidane.
En el 2-0, se invirtieron los factores, el que sirvió fue Lucas Vázquez para que Asensio definiese a la perfección con un golpeo seco y preciso. El mallorquín, ha vuelto. Ha dejado ese juego contemplativo para volver a ser un jugador imprescindible ahora y en el futuro. Ante el Celta, lo fue.
Este Madrid, pese al tropiezo del miércoles ante el Elche, da la sensación que ha vuelto a la solidez post-confinamiento que le valió el título de liga. Vamos , que avanza adecuadamente y hasta con firmeza. A ello está contribuyendo Zidane, al dejarse de rotaciones e insistir en un bloque con mínimos retoques.
En ese bloque, hay dos jugadores imprescindibles: Kroos y Modric. El alemán, con sus precisos pases y cambios de dirección; el croata con su recital de recursos y de saber estar. A estos dos se ha unido Lucas Vázquez, un valor seguro en esta temporada, y por el momento, Asensio.
Luego está la gran aportación de Carvajal, Mendy, y el mago de Benzema. Y como no, Nacho que le tocó bailar con la más fea, Aspas, al que anuló hasta su lesión. Una lesión, por lo que parece muscular, y que preocupa al Celta.
Hubo minutos para Hazard, que estuvo veinte minutos sobre el terreno de juego. Al belga le falta volver a sentirse jugador. Como dice Zidane, hay que tener paciencia con él. También salió Odegard que llevaba tiempo sin aparecer. Dos jugadores que tienen que integrarse a ese bloque imprescindible que busca el técnico madridista y que de momento, ha encontrado con un once que empieza a memorizar de carrerilla la afición. Falta hacía.