El premio

Pero, vamos, ni color. El Planeta son los Reyes Magos de los escritores, esos niños grandes y fabuladores. Los pequeños de la tribu se van a la cama la noche de Reyes esperando que sus majestades de Oriente hayan leído correctamente su carta, pero, ¿habrá sueño comparable a que el jurado del Planeta lea con cariño tu manuscrito y te plante un talón de un millón de euros en la cuenta corriente y la publicación de una novela que arrasará en las librerías? El premio gordo solo le toca a uno, y un buen pico al finalista, luego hay otros mil candorosos autores y autoras que presentan sus manuscritos esperando que el jurado los toque con su varita mágica. Ellos son los que de verdad creen en los Reyes, y en su pecado de ingenuidad llevan la penitencia de la decepción. Se me ocurre que ocupado el 5 de enero por el Nadal, el Planeta tendría que fallarse el 28 de diciembre.

Ganar el Planeta no tiene mayor mérito, lo difícil es que te inviten a ganarlo. Cualquiera que esté al cabo de la calle de estas historias literarias sabe que el galardón de los Lara no es más que un lanzamiento editorial, envuelto en una pompa aparatosa y deslumbrante, y eso que en los últimos años, décadas incluso, va perdiendo algo de su glamour, o al menos de la atención que le dispensan los medios, porque ya da un poquito de pudor asistir y dar cuenta de una ceremonia tan impúdica. Hasta el cinismo tiene sus límites. Con todo, extrañan los aspavientos de quienes se echan las manos a la cabeza para decir: “Qué escándalo, qué escándalo, me he enterado de que aquí se juega”. Hay quien no ha comprendido todavía que el que da un premio lo que busca es premiarse a sí mismo. Esto lo dijo como nadie, con la claridad desacomplejada que lo caracterizaba, Francisco Umbral, quien cuando le concedieron el Nadal declaró, envuelto en el manto de su dandismo: “Al Nadal le han dado el Francisco Umbral”. Aquí, este año, a Sonsoles Ónega le han dado el Planeta y a Lara le han dado el Sonsoles Ónega, con todo su poderío de reina televisiva de la tarde. Quien no acabe de verlo claro debe recordar que Sonsoles era la chica de moda audiovisual en Tele 5 cuando fue arrebatada por Atresmedia a Mediaset. Habrá quien de esto saque la conclusión de que en el paso de la Ónega a la televisión de Lara iba incluido el paquete del Planeta. ¡La gente es muy mal pensada!

Aunque el método de concesión del Planeta sea siempre el mismo, no importan por igual todos los Planetas. El galardón de los Lara recayó en diversas ediciones en El jinete polaco, de Muñoz Molina, Lituma en los andes, de Vargas Llosa, o La muchacha de las bragas de oro, de Juan Marsé, que aunque no sea la mejor novela marsiana, fue un festín para quienes como yo somos aficionados a la literatura de Marsé y a las bragas. La novela de Sonsoles Ónega está por ver y por leer. Los críticos nos dirán qué les parece.

Original en elobrero.es

Juan Antonio Tirado, malagueño de la cosecha del 61, escribe en los periódicos desde antes de alcanzar la mayoría de edad, pero su vida profesional ha estado ligada especialmente a la radio y la televisión: primero en Radiocadena Española en Valladolid, y luego en Radio Nacional en Madrid. Desde 1998 forma parte de la plantilla de periodistas del programa de TVE “Informe Semanal”. Es autor de los libros “Lo tuyo no tiene nombre”, “Las noticias en el espejo” y “Siete caras de la Transición”. Aparte de la literatura, su afición más confesable es también una pasión: el Atlético de Madrid.