El pintor, la pintura y su interpretación
En una entrevista que se hizo al pintor vasco Bonifacio Alonso, artista que ha ido madurando una obra muy personal en soledad, éste hizo algunas interpretaciones que me sorprendieron, no por su originalidad, sino por sacar a relucir una cuestión que siempre está ahí y que yo no he visto formulada ni documentada en muchas ocasiones.
Pues bien, su declaración se refería a aquellos críticos y especialistas que en ocasiones, al visionar algunos de sus cuadros, expresaban el carácter de materia fluida o el flujo ontológico de algunas manchas que se apreciaban en ciertas obras. El mismo mostraba su extrañeza y su sarcasmo al salir al paso diciendo que simplemente se trataban de goteos que involuntariamente se habían escapado del pincel, y que consideraba acertados para completar el conjunto simbiótico.
Y en este aspecto se extendía sobre su forma de encarar el trabajo: la ligazón de la masa cromática, el uso del color en relación al resto, la interrelación que se iba formando a medida que desarrollaba e improvisaba las diferentes partes del cuadro, las ideas súbitas, las vueltas atrás, los bloqueos temporales, los instantes en que rechaza y borra, el volver a empezar y el no tener, en definitiva, una idea predeterminada ni programada.
Una vez acabada la obra comienza la exégesis y es en ese momento cuando el lienzo se abre para dar lugar a múltiples interpretaciones. El pintor delimita su campo a los factores técnicos, los problemas, sus procedimientos y soluciones. Es en ese ámbito donde se encuentra más cómodo, lo tengo comprobado. Pero los especialistas van más allá y lo enmarcan en la estética de su tiempo y lo concretan en su estilo. Después se formula una tesis o teoría que consagre la obra, que la eleve, que haga de ella un ejercicio intelectual, muchas veces solamente apta para entendidos, para esa minoría selecta. Y, por último, el espectador, que en estos casos ha de recurrir a su educación visual y a sus parcos recursos y conocimientos que suple con su emotividad e instinto. Siempre va por detrás pero no se confunde muchas veces, al final siempre consigue leer la obra de una manera determinada que a él le vale y le sirve, y finalmente le satisface o no.
Desde luego, es una problemática que merece la pena seguir abordando porque aporta perspectivas interesantes a todos los elementos que confluyen en el arte.
Gregorio Vigil-Escalera
De las Asociaciones Internacional y Española de Críticos de Arte (AICA/AECA)