El papelón de Carlos Floriano
Carlos Floriano, portavoz suplente de la Cospedal, podría protagonizar cualquier película de filibusteros. Lo escribo fijándome en su apariencia física, cuestión que quiero dejar muy clara, no se me vaya a enfadar el político andaluz. Floriano es un hombre bien plantado, de abundante cabellera morena y rizada, mirada de acero y rasgos duros y varoniles. No desentonaría acompañando a Errol Flynn o Johnny Depp en alguna de sus fabulosas aventuras, muy firme en el puente de mando de una fragata. Me le imagino ordenando cebar los cañones y calculando a ojo de buen pirata la trayectoria de la descarga. Viéndole actuar en la tribuna de Genova, me vinieron a la memoria imágenes de velas desgarradas, salvas incendiarías, explosiones trepidantes y valientes abordajes. Allí estaba Floriano, disparando elocuencia artillada contra todo lo que se movía y amenazando con querellas penales y civiles a todos los que hubieran manejado los presuntos papeles del presunto tesorero Barcenas, imputado en presuntos delitos sin cuento. Una actuación digna de Burth Lancaster o Marlon Brando.
Floriano dominaba el escenario hasta que un periodista le preguntó por un tal Sepulveda empleado por cuenta ajena, funcionario trabajador en nomina del Partido Popular. Podría parecer tal interrogante una curiosidad pintoresca del colega, una solicitud atípica, una aclaración forzada sobre algo que es común en todos los partidos políticos, pero en este caso se escondía un pequeño detalle: el tal Sepulveda, ex marido de la ministra Mato, alcalde dimitido de la madrileña localidad de Pozuelo, ejemplar clamoroso del pijerio dominante en la zona, está imputado en el caso Gürtel y tal problema le costó el cargo y la militancia. Esperanza Aguirre, fiel a las frases que tanto le gustan, seguidora entusiasta del “caída quien caiga”, le enseñó la puerta de salida. Desde entonces habíamos perdido la pista de sus andanzas y miren ustedes por cuanto, ahora nos lo encontramos trabajando en la misma sede nacional que albergó las contabilidades de Barcenas.
Floriano no descompuso la figura y de inmediato elaboró una teoría revolucionaria. Apoyándose en el Estatuto de los Trabajadores, o en lo que queda de él, respondió que la posición jurídica de un imputado no es una causa objetiva para despedirlo. En pocos segundos, como las modelos en los vestuarios de una pasarela, Floriano se desempeñó como abogado defensor y magistrado juez de los tribunales laborales. Expuso el caso, defendió al demandante y dictó sentencia: es un caso de despido improcedente, sin indemnización posible ni recurso a instancia superior. Habrá que readmitirle. Asombroso.
Floriano debería conocer las diferencias entre un despido improcedente y un despido nulo. En el primero de los casos, la empresa puede incorporar de nuevo en su puesto al trabajador o abonarle la cantidad que le corresponda por los años de servicios prestados y mandarlo directamente a las oficinas del paro. En el segundo de los supuestos, nunca por figurar como imputado en un proceso, la compañía estaría obligado a reponerle en la plantilla. Así de claro. ¿Cómo supone Floriano que se ha mandado a la puñetera calle a millones de currantes? Yo mismo puedo facilitarle el teléfono de muchos amigos y compañeros que han pasado por tan desagradable experiencia y se conocen al dedillo el proceso. Cheque al portador y puerta en las narices.
También puede consultar con dos expertos a los que conoce muy bien. Basta con que pregunte a Ignacio González, Presidente de la Comunidad de Madrid, o consulte a María Dolores de Cospedal, Presidenta de los manchegos y responsable de asuntos varios. Son despedidores pertinaces. González acaba de apuntar al paro a varios centenares de profesionales de Tele Madrid. Indemnización miserable y todo el tiempo libre por delante. Un apunte más en la larguísima lista de empleados públicos despedidos. Pregunte, pregunte Floriano a su jefa, y sabrá de la expulsión de periodistas independientes de TeleCospedal, despedidos sin causa legal alguna, con alevosía política y nocturnidad. Pregunte a Cospedal cómo han prescindido de miles y miles de contratados en la administración regional.
El señor Floriano y demás compañeros mártires del Partido Popular sabrán a qué obedece la inmunidad laboral del tal Sepulveda, pero milongas y habaneras las mínimas, que para películas prefiero aquellas cintas de bucaneros que proyectaban en los cines de sesión continua.