El doble traje de Martínez-Almeida: Casado elige al «alcalde de todos» para confrontar con Sánchez
Sofía Pérez Mendoza / José Precedo eldiario.es Cayó en el cartel electoral del PP casi por descarte. Se había quedado como líder de la oposición a Manuela Carmena tras la última de las despedidas de Esperanza Aguirre y recién nombrado presidente del PP, Pablo Casado, necesitaba un candidato que fuera de los suyos. No estaba clara la posibilidad de destronar a la alcaldesa de Más Madrid y tampoco estaba garantizada la continuidad en la Puerta del Sol tras haber tenido tres presidentes en cuatro años, caída en desgracia Cristina Cifuentes. El líder del PP eligió a una persona de su máxima confianza para la Comunidad, Isabel Díaz Ayuso, otra figura nacida en el ‘esperancismo’, sin experiencia de gestión como Casado, y que debía todo al PP de Madrid. Para el Ayuntamiento optó por quien ya estaba allí, un abogado del Estado que se había convertido en látigo de Ahora Madrid, que batalló contra las restricciones al tráfico y dio lo que los populares llaman la batalla cultural contra la izquierda.
Ambos necesitaron a Ciudadanos y a Vox y ambos lograron el poder. Pero a partir de ahí, los caminos de Martínez-Almeida y Ayuso empezaron a separarse. Al abogado del Estado, conocedor de cómo funciona la Administración por dentro, sus primeros reveses -la Justicia frenó de golpe su intento de paralización de Madrid Central- le hicieron ir más despacio. No ha renunciado al programa del PP ni a su ideología muy conservadora, pero la alcaldía lo ha suavizado. Todo lo contrario que Isabel Díaz Ayuso, que eligió la confrontación con el Gobierno central, con la oposición, los sindicatos… con tal de convertirse en el ariete de Casado. Dos años después de llegar al poder en el PP y tras cinco elecciones perdidas, el líder nacional lo ha elegido a él. Destituida Cayetana Álvarez de Toledo y con los barones exigiendo moderación, Martínez-Almeida pasa a ser la cara amable del partido.
Y su ascenso, consagrado hace una semana y media a la portavocía nacional del Partido Popular, ya se nota en el día a día de su trabajo como regidor. Pese al repetido mensaje de que su «techo es Cibeles», en referencia a la sede del Gobierno municipal, Martínez-Almeida alterna ahora dos trajes que le obligan a moverse entre dos aguas. De momento, va haciendo malabarismos.
«Si no le importa, y para evitar posibles equivocaciones, podemos quitar el cartel del Ayuntamiento de Madrid y así no hay equívocos entre la condición de alcalde y la de portavoz», dijo a una periodista el pasado martes en un acto para presentar el medida estrella del Consistorio para combatir la emergencia social, la tarjeta familias. En pocos segundos, la escena propia de una convocatoria institucional -con su cartel y su desfile de cargos- quedó reducida a un escueto micrófono. La vicealcaldesa, Begoña Villacís, y el delegado de Familias, Igualdad y Bienestar Social, Pepe Aniorte, (ambos de Ciudadanos) salieron de plano para dejar más nítido el mensaje del PP. «Para que luego digan que no tenemos flexibilidad en los ayuntamientos», ironizó el regidor.
El gesto, rápido, es una muestra de la nueva cotidianeidad del alcalde de Madrid. Su nombramiento como portavoz atraviesa todas sus apariciones públicas. En las convocatorias de prensa, las preguntas locales y nacionales intenta separar cuidadosamente, aunque muchas veces las segundas terminan acaparando el espacio. Un día después de conocerse su designación, un enjambre de cámaras se agolpaban a su alrededor en el acto para inaugurar la peatonalización completa de la Puerta del Sol.
«Entiendo que pueda haber personas que se les hayan planteado inquietudes o dudas acerca de la dedicación. Quiero dejar claro a los madrileños que mi compromiso con Madrid es total y absoluto, que mi compromiso con el esfuerzo, la responsabilidad y ejemplaridad que han mostrado a lo largo de la pandemia exige que yo dé lo mejor de mí mismo las 24 horas del día para tratar de superar la emergencia económica y social a la que nos enfrentamos», expresó aquel día el regidor. Los más cercanos a su perfil en el PP defienden que, en la práctica, antes de ser designado ya tenía voz en asuntos nacionales.
«Entrará en contradicciones. La ciudad necesita unas cosas y el PP, otras»
«Casado lo ha elegido para chocar con Sánchez un día sí y otro también. Y no está Madrid, con la situación extraordinariamente grave que vive, para dedicarse a otra cosa», discrepa la portavoz de Más Madrid, Rita Maestre, quien ha llegado a acuerdos con el regidor durante lo más duro de la pandemia y ahora interpreta que el movimiento «no dice algo bueno de su compromiso con la ciudad». Pepu Hernández, del grupo socialista, coincide. «Madrid no es un ariete, sino una ciudad con sus necesidades. Desdoblar el trabajo es un detrimento para Madrid y un déficit que vamos a terminar pagando. Creo que va a entrar en contradicciones porque la ciudad necesita unas cosas y el PP, otras», razona el portavoz. La oposición considera que el nuevo cargo desvela que «la moderación le ha durado poco» y puede endurecer sus mensajes.
Su socio de Gobierno, Ciudadanos, ve riesgos y ventajas en la designación. «Cuando le nombraron le pedí que si tenía que elegir entre Madrid y el PP, eligiera Madrid», asegura la vicealcaldesa, Begoña Villacís, que cree que su nuevo cargo en el PP permite acentuar que el Gobierno municipal está formado por dos partidos distintos.
Desde las filas de Vox, partido que apoyó su investidura como alcalde, observan también la «doble vertiente» con reservas. «Esperamos que no perjudique al Ayuntamiento, ni por su capacidad de trabajo ni por que le marque ideológicamente por seguir directrices nacionales del PP en cuestiones municipales», apuntan fuentes del grupo municipal liderado por Javier Ortega-Smith.
No hay precedentes en la historia del Ayuntamiento sobre una situación así. De hecho, la figura de portavoz nacional ha sido creada por Casado con el nombramiento de Martínez-Almeida. Con esta decisión, el líder, además, consagra Madrid como el gran bastión de oposición al Gobierno de Pedro Sánchez para el nuevo curso político, que se inaugura con un cambio de caras y de formas, pero no de fondo. Casado ya descartó tras la Junta Directiva Nacional cualquier posibilidad de pactos con el Gobierno de Sánchez.
Están por ver los equilibrios para tratar de ser «el alcalde de todos» -como se refieren a él sus más afines-, una baza que empezó a jugar durante la gestión de la pandemia sobre todo en comparación con Díaz Ayuso, y hacer ese papel institucional con el rol de látigo del PSOE que Casado reclama a cada uno de los dirigentes a los que asciende.
La designación de Martínez-Almeida también abre, a la interna, nuevos interrogantes sobre el futuro de la formación en la Comunidad de Madrid. La presidencia del PP regional está vacante desde la dimisión de Cristina Cifuentes y el movimiento ha levantado suspicacias en la organización donde ya hay debate sobre si implica que Ayuso, en su momento más crítico, contaría con un nuevo rival para presidir el partido en Madrid o incluso la candidatura a la Comunidad, en una organización donde ha sido habitual el cambio de cromos entre el Ayuntamiento y el Gobierno regional. El Congreso para elegir líder o lideresa no se celebrará hasta 2021.
El alcalde se ha esforzado durante la epidemia por construir un nuevo perfil más comedido en las críticas al Gobierno nacional con el que se ha sacudido impopularidad de los primeros meses de mandato. La pregunta que muchos se hacen ahora es si este ascenso -que pretende aprovechar su nuevo tirón- no terminará siendo un arma de doble filo que le impulse hacia arriba pero sea contraproducente para su imagen pública y su gestión como regidor de la ciudad. Una capital que gobierna, en coalición con Ciudadanos y con el apoyo externo de Vox, tras haber obtenido el peor resultado electoral de la historia en el Ayuntamiento y que vuelve a estar en el centro de la segunda ola del coronavirus.