El arte quiere seguir siendo arte aunque se le busque otro sitio

¿Quién habla, dentro del mundo del arte, de un orden nuevo y de la búsqueda de un sentido que no sea definible a través de la negación? Oigo mucho pero no percibo nada, excepto el artificio de Danto de que ahora que la esencia del arte se ha revelado, su fase histórica se ha terminado. Pues sí que ha tardado en hacerlo, a pesar de que Herbert Read  siempre ha pensado que (el arte) constituye para el hombre la única realidad, aquella que descubrimos mediante nuestros sentidos y plasmamos mediante nuestra inteligencia.

Barajando también otras opciones o planteamientos, ya sean históricos, posthistóricos, protohistóricos o ahistóricos, podemos remitirnos a Tolstoi y su argumento de que el valor de la obra de arte reside en la verdad que ella expresa. Se supone que lo cual se produce en todo momento y no esperando el transcurso de unos siglos. Pues si el artista es el ser que revela el enigma de la forma, lo viene efectuando desde hace mucho tiempo.

Hipólito Taine, en el pasado, nos dejó el mensaje de que es el tiempo el que araña y ahonda en nosotros como una taladradora en el suelo y muestra así nuestra geología moral. Por consiguiente, siglo tras siglo, las manifestaciones y creaciones artísticas se contemplan, se revisan y se enjuician con un espíritu renovadamente nuevo, y se rectifican y/o se confirman conforme a los principios impartidos por el santo sínodo institucional, que actualmente son tan laxos como cómodos. En su día este mismo autor se refería a la simpatía crítica como justificación de la jerarquización de artistas y obras.

Con lo que tiene lugar el mismo instinto, intelecto y aptitud a lo largo de las centurias, con sus coyunturas álgidas y sus derivas caducas, desembocando en un hoy más perplejo que nunca, como si éste estuviera preñado de premoniciones y presagios de los que al final hay que huir a través de la exhibición de  propuestas a la moda que no den el coñazo en la necesidad de conservar y fomentar unos valores, a los que han decidido no otorgarles descendencia por si resucitan con aires de mortaja.

Si de obligado cumplimiento es poner un colofón a esta digresión, es la de que el arte ha cambiado y seguirá cambiando, pero siempre resguardando su carácter esencial: el de la representación simbólica de la realidad.

Gregorio Vigil-Escalera

De las Asociaciones Internacional y Española de Críticos de Arte (AICA/AECA)