El arte es el mejor curador, no el curador es el mejor arte
Antes tenían el nombre de comisarios (detentaban y aún detentan el poder de decir quién es quién en el ámbito artístico, no el de ingresar en comisaría a los rechazados, eso no) y ahora son curadores (probablemente un neologismo de nuevo cuño). Se supone que su misión es la promoción de todo aquello que es innovador y rupturista, auténtico y original (artistas de talento, autores de obras significativas encuadradas en su tiempo y sociedad, etc.), escribir ensayos y catálogos y su mediación ante museos y galerías, fomentando y organizando exposiciones colectivas e individuales.
Pero ahora es más conocido su reverso, como es el hecho de que muchos creadores opinen que esa no es la verdad de los hechos. Para multitud de ellos es una figura que antepone sus tesis y concepciones por encima de todo y si las obras no comulgan con ellas quedan fuera del circuito, se les niega espacio en las Bienales o en todo proyecto que ellos lideren. Con lo que al final no sabemos si lo que se expone procede, por decirlo así, de los curadores o de los propios artistas.
Así que lo que suele ser una tónica general en el panorama artístico de hoy son esas iniciativas paridas por teóricos para una élite selecta –Andy Warhol señaló que lo que sobrevive es lo que el gusto de la clase dominante decreta que debe sobrevivir-, ante la que presenta, en comunión y alianza con ella, idénticas temáticas, mismos autores, refritos, revoltillos, imitaciones –que ya aburren- y la exclusión de aquellas aportaciones que no reciben la meada benefactora de esos sabios, expertos y sabelotodos. Se incurre así en la ignorancia y el desprecio de una diversificación que enriquecería un mundo que empieza a repetirse con demasiada frecuencia.
Gregorio Vigil-Escalera
De las Asociaciones Internacional y Española de Críticos de Arte (AICA/AECA)