Dudo en quedarme con una forma o de ninguna forma

Se entiende a medias que cada proyecto creativo haya de articular necesariamente un nuevo vocabulario formal, ya que para algunos especialistas el hacerlo es incurrir en un aciago desacierto y hasta cierto punto una causa de desafortunadas consecuencias, máxime cuando todo se ha vuelto cuestionable.

Y es que la innovación y el consumo –término que utilizo siendo consciente de su impropiedad en el campo artístico- han tenido a lo largo de la historia del arte un desarrollo sosegado y apuntalado hasta finales del siglo XIX, en que tal vicisitud se ha multiplicado con más rapidez y agitación, huyendo de una supuesta esclerosis que, para el medio estético, según su propia apreciación, tendría efectos devastadores.

No obstante, lo que ocurre, si ponderamos esta posición desde otros derroteros, es que hay formas que nacen de una búsqueda por sí misma y no pensando más que en sí misma, sin importar qué núcleo de significaciones implica, y ello si es que llegan a alcanzar tal meta o siquiera lo pretenden. Más que nunca ahora, porque, entre otras cosas, en arte el tiempo lucha contra el tiempo.

Por lo tanto, en un paso más allá, es como, a través de todo este proceso imparable, se confluyó en el establecimiento de la forma “informe”, la “irregular” y la “arbitraria”. Aunque también a conservar, de todos modos, en ciertas prácticas y actos creativos un rigor formal conjugado al mismo tiempo con el uso de la espontaneidad en otros ensayos.

Cierto que todo este acercamiento y síntesis ha de encontrar en sus resultados, para ser arte, las notas de liberación, visión, explicación, consuelo, reconciliación, emoción y conocimiento, rechazando una banalización frecuente e infame. Pero,asimismo, también esa constatación de Virginia Wolf de que el éxito descansa sobre todo en la inmensa persuasión de que es capaz una mente que ha llegado al pleno dominio de su perspectiva.  

Gregorio Vigil-Escalera

De las Asociaciones Internacional yEspañola  de Críticos de Arte (AICA/AECA)