CORTINAS DE HUMO Por Teófilo Ruiz
Como la surgida por el inmenso crematorio de neumáticos acaecido en Seseña, consecuencia de la irresponsabilidad de las administraciones públicas, a todos los niveles, aunque unas con mayor grado de culpa que otras. La cobertura mediática ha sido la debida a la gravedad del caso y también ha servido para mantener el espectáculo de la información televisiva. La delegación del Gobierno en Madrid (es difícil pensar que sin consultar a sus mandos naturales) decidió prohibir la exhibición de las esteladas en la final de la copa del Rey. Una decisión tomada forzando al límite la Ley del Deporte y que más parece un elemento de la campaña electoral inminente, para mostrar la contundencia del Gobierno frente al separatismo catalanista. Un juez ha puesto las cosas en su sitio al dictar en un auto en el que se dice que la presencia de la esteladas en la final de la copa del Rey no es ilegal. No está de más recordar que la UEFA ya ha multado al Barcelona dos veces por la exhibición de la bandera independentista, al no admitir el empleo de símbolos políticos en sus competiciones. Y sobre todo, los que piden respeto para su bandera, podrían, también, ejercer un respeto similar para con los símbolos de otros, himno incluido. En cuanto a la decisión del gobierno de Castilla-León de prohibir la salvajada del denominado Toro de la Vega, ha sido muy celebrada por defensores de los animales y por diferentes formaciones políticas. Sin embargo, detrás de esta medida, que ha sorprendido bastante, puede estar el intento de tapar la discusión sobre el uso todavía no aclarado de unos cuantos millones de euros del gobierno castellano-leonés. En este caso, si utilizáramos el tan reclamado «derecho a decidir», el pueblo de Tordesillas, de forma abrumadora, optaría por mantener su brutal tradición. También sería oportuno recordar las palabras recientes del papa Francisco :»Hay quien siente compasión por los animales, pero se olvida del vecino» (citado por Antonio Llorca en El País. 1705.16).
Salud medioambiental, libertad de expresión o respeto a los animales son argumentos de peso que merecen su defensa y difusión, pero en este caso más parece que han actuado como cortinas de humo para intentar tapar una realidad incómoda y que casa mal con el discurso y los mensajes que se quieren hacer llegar a la ciudadanía. Cierto que no se ha ocultado, pero se ha debatido muy poco sobre un dato que cuando menos debería ser explicado por el Ejecutivo en funciones y los diferentes partidos políticos: la deuda pública ha superado el 100% del PIB, algo que no ocurría desde 1909. Se debe más de lo que se produce; un problema de la economía española para no tomarse a la ligera y que todavía nadie ha explicado como lo va a intentar controlar.
Con independencia del discurso oficial sobre la marcha triunfal de la economía, ha disminuido la población activa y los empleos que se crean son de muy baja calidad y remuneración: algunos más que otros se están aprovechando de un crecimiento económico notable (3%) que debería tener un mayor y mejor impacto sobre los asalariados. El déficit público, a pesar de las numerosas promesas de cumplimiento del inefable ministro Montoro, sigue fuera de control y la Comisión Europea ya ha anunciado que habrá sanciones, aunque las deja para cuando culmine el proceso electoral del 26-J: una intromisión mal disimulada que hurta al elector de otro «logro» del Gobierno en funciones y su candidato electoral. Gane quien gane, habrá un nuevo ajuste y tal vez no mucho margen para negociarlo en Bruselas, dado el pertinaz incumplimiento de estos últimos años.
Y para sorpresa de todos, Mariano Rajoy ha mostrado por primera vez su preocupación por las pensiones. No es para menos: la «herencia de Zapatero» le dejó la Seguridad Social sin déficit y con una hucha de 66.000 millones de euros. A la hucha se le ve el fondo y la Seguridad Social ya ha acumulado una deuda de 15.000 millones. Y se ha llegado a esta situación tras subir el 1% las pensiones en cuatro años, bajo el slogan de que el gobierno del PP no toca el sueldo de los jubilados. Y lo curioso es que esta milagrosa gestión de la economía (menos población empleada, disminución salarial, precariedad en el trabajo y una protección social en caída libre) se ha realizado con un favorable viento de popa: con el petróleo por los suelos, el euro en cambio muy ventajoso y los préstamos a interés prácticamente cero. Es mejor no imaginarse lo que hubiera ocurrido en condiciones menos positivos.
Ante la cita del 26-J las cortinas de humo citadas serán reemplazadas por otras, para satisfacer la voracidad de los medios de comunicación. Se hablará de la posible (o imposible) formación de gobierno; el futuro de Rajoy y su dable (pero no tan probable) paso a un lado; el apuñalamiento de Pedro Sánchez en la sede de Ferraz, por los barones del PSOE, encabezados por una Susana Díaz sedienta de poder o la defenestración de Iñigo Errejón, arrollado por la corriente «comunista» que se ha infiltrado en PODEMOS. Sin la menor duda, asuntos de interés y calado, pero ni de lejos tan graves como las amenazas que acechan a la economía española y a la ciudanía. Pueden ser muchas las cortinas de humo que nos nublen los ojos y nos oculten la gravedad de los verdaderos problemas, pero la realidad es tozuda y terminará golpeándonos por mucho que nos la oculten o la queramos ignorar.