Como el museo ya está obsoleto, hay que buscar otros espacios expositivos. Podríamos probar en casas de citas

Es cierto que el museo hasta mediados del siglo XX no ha reaccionado. Pero a partir de entonces  fue, y es actualmente, el lugar de referencia artístico colectivo e imprescindible, sean cuales sean las distintas opciones ideológicas, sociales, estéticas y culturales. Los hechos están a la vista y son incontestables, como que cada ciudad del mundo quisiera alardear de tener el suyo propio.

Sin embargo, ciertas corrientes, movimientos y artistas –que, por si acaso, no dudan en estar representados en él- les ha dado por cuestionar el que sea una institución íntimamente ligada a los designios del mercado y del capitalismo (totalmente incierto), motivo por el cual sus prácticas artísticas toman como objetivo principal el desvelar esos mecanismos invisibles y supuestamente manipuladores, consistentes fundamentalmente en haberlo convertido en una fórmula de neutralización y absorción del mensaje rupturista y explosivo de la obra de arte.

Adorno lo recalca afirmando que museo y mausoleo no están sólo unidos por la asociación fonética. Museos son como tradicionales sepulturas de obras de arte, y dan testimonio de la neutralización de la cultura. Y Le Corbusier lo explica sin contemplaciones: el museo es malo porque no cuenta toda la historia.

Efectivamente, es evidente que hay un acuerdo en que la administración, dirección y funcionamiento de estas instituciones pueden estar mediatizados y politizados, de eso no se libra históricamente ni la más inocua de las organizaciones. Pese a ello, y convenido lo cual, no ha habido ningún impedimento para que esas mismas críticas plasmadas en acciones y actividades artísticas hayan sido integradas y presentadas en los museos como las más representativas de cada momento, contribuyendo con ello a realzar la cotización comercial de la que tanto abominan y a la que no renuncian.

Y si, de todas formas, esos espacios y contextos expositivos son insuficientes y no responden a los conceptos y valores culturales que hoy deben ser la expresión y señas de los ciudadanos, pues que se busquen otros, y, ya puestos a ellos y sin menospreciar ninguna posibilidad, podrían ubicarse y utilizarse desde un zoológico hasta una casa de citas. ¿Y así que se conseguiría o se evitaría?

Gregorio Vigil-Escalera Alonso

De las Asociaciones Internacional y Española de Críticos de Arte  (AICA/AECA)