Chipre es un Mediterráneo fervoroso
Chipre, la esquinada Chipre es puro Mediterráneo, que se esconde dentro de él y no espera ni aguarda otro mercachifle salvándole de su destino.
En los últimos años se convirtió en un peón sangriento y destrozado, que sufrió innecesarias desgarraduras, divisiones, enfrentamientos, odios y desintegración, que tienen todos los visos de parecer insalvables. Grecochipriotas y turcochipriotas, especialmente, de estos últimos, los llegados de Anatolia en los años setenta del pasado siglo son los más intransigentes. Al final para unos hubo una verdadera invasión y ocupación. Para otros una supuesta independencia.
Pero la isla sigue flotando sobre ese mar que la acuna, viviendo con la identidad de su pasado remoto a cuestas, sus tradiciones helenas, fenicias, etc., –todas muy singulares–, y su cultura, el conjunto de lo cual no es óbice para estar al día en todos los órdenes de la vida y del desarrollo humano, y, por supuesto, en lo íntegramente concerniente a las corrientes artísticas contemporáneas.
Claro es que, en una geografía poblacional tan delimitada cuantitativamente, las manifestaciones estéticas actuales no son multitudinarias, lo que no ha impedido que se encuentren auténticas producciones de sorprendente potencia creativa. Su factura, en algunos casos, agarra y asombra.
Ante todo, hay que destacar como grandes símbolos insulares, que son tanto testimonio histórico, social, cultural como plástico, los paneles –murales- de Adamantios Diamantis (1900-1994). Insoslayables, emocionantes y apasionantes muestras de una condición humana retratada en su lugar de origen y conforme a los avatares de una existencia que forma su genealogía en un momento concreto y al mismo tiempo en una dimensión intemporal.
Luego viene una hilera de artistas como George Pol, Georghiou, Giorgios Bouzianis, Giorgios Mavroides, Panayiotis Tetsis, Skotinos Yorko, Charamlabides Andreas, Adamos Amay, etc. Por último, solamente, en esta brevísima reseña, nos queda por mencionar el gran Museo de escultura al aire libre en una población costera y turística. Piezas de creadores griegos, chipriotas, ucranianos, israelíes, rusos, etc., en un campo abierto a un paisaje marino al fondo. Transforman lo que era una tierra yerma en una ventana visionaria sobre un horizonte conciliador. Ni los aviones de caza turcos podrán acabar con ello.
Gregorio Vigil-Escalera
De las Asociaciones Internacional y Española de Críticos de Arte (AICA/AECA)
CHIPRE ES UN MEDITERRÁNEO FERVOROSO. –
Chipre, la esquinada Chipre es puro Mediterráneo, que se esconde dentro de él y no espera ni aguarda otro mercachifle salvándole de su destino.
En los últimos años se convirtió en un peón sangriento y destrozado, que sufrió innecesarias desgarraduras, divisiones, enfrentamientos, odios y desintegración, que tienen todos los visos de parecer insalvables. Grecochipriotas y turcochipriotas, especialmente, de estos últimos, los llegados de Anatolia en los años setenta del pasado siglo son los más intransigentes. Al final para unos hubo una verdadera invasión y ocupación. Para otros una supuesta independencia.
Pero la isla sigue flotando sobre ese mar que la acuna, viviendo con la identidad de su pasado remoto a cuestas, sus tradiciones helenas, fenicias, etc., –todas muy singulares–, y su cultura, el conjunto de lo cual no es óbice para estar al día en todos los órdenes de la vida y del desarrollo humano, y, por supuesto, en lo íntegramente concerniente a las corrientes artísticas contemporáneas.
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Claro es que, en una geografía poblacional tan delimitada cuantitativamente, las manifestaciones estéticas actuales no son multitudinarias, lo que no ha impedido que se encuentren auténticas producciones de sorprendente potencia creativa. Su factura, en algunos casos, agarra y asombra.
Ante todo, hay que destacar como grandes símbolos insulares, que son tanto testimonio histórico, social, cultural como plástico, los paneles –murales- de Adamantios Diamantis (1900-1994). Insoslayables, emocionantes y apasionantes muestras de una condición humana retratada en su lugar de origen y conforme a los avatares de una existencia que forma su genealogía en un momento concreto y al mismo tiempo en una dimensión intemporal.
Luego viene una hilera de artistas como George Pol, Georghiou, Giorgios Bouzianis, Giorgios Mavroides, Panayiotis Tetsis, Skotinos Yorko, Charamlabides Andreas, Adamos Amay, etc. Por último, solamente, en esta brevísima reseña, nos queda por mencionar el gran Museo de escultura al aire libre en una población costera y turística. Piezas de creadores griegos, chipriotas, ucranianos, israelíes, rusos, etc., en un campo abierto a un paisaje marino al fondo. Transforman lo que era una tierra yerma en una ventana visionaria sobre un horizonte conciliador. Ni los aviones de caza turcos podrán acabar con ello.
Gregorio Vigil-Escalera
De las Asociaciones Internacional y Española de Críticos de Arte (AICA/AECA)