Arte y Vishinsky. Ni de coña
No afirmamos nada nuevo si nos atenemos a la tesis de lo referido al papel y hábito del artista en lo de descubrir las máximas significaciones y confrontarlas, sin atenerse a prescripciones metodológicas y códigos.
Lo que no quiere decir, entre otras cosas, que el sentimiento esté en lucha contra la lógica ni la tradición, sino que trata de convertirlas a ambas y dirigirlas a sus convicciones estéticas, que es la solución para exteriorizarlas y darles vida.
Que se haya teorizado profusamente sobre lo de que la subjetividad y objetividad se contradicen y se relacionan dialécticamente en el mundo del arte, sirve para establecer un contexto mediador que, de un modo u otro, fije el valor de la obra.
Sin embargo, la conciencia artística esta cada vez más alienada y por consiguiente más mistificada en loor del becerro de oro,castigando además al olvido o a su desaparición a los heréticos y disidentes. Por lo que la única esperanza de éstos es la rehabilitación cuando una fase nueva de la historia haya pegado un giro en el mismo sentido del desarrollo de sus conductas.
Por tanto, parafraseando libremente al infame Vishinsky –ni nombrarlo me dirán algunos-, hay que darle la debida importancia a un progreso que estribe en primer lugar en descubrir a los bandidos del bosque privado y a las agencias de mercenarios a su servicio. En segundo lugar, ya se verá lo que pasa, aunque yo ya seré demasiado viejo para observarlo o haya pasado a transformarme en materia recién licuada.
Gregorio Vigil-Escalera
De las Asociaciones Internacional y Española de Críticos de Arte (AICA/AECA)