Arrepentidos los quiere el Señor (Y el diablo)
Ser católico y, por extensión, cristiano entraña un modo de vida. Bien es cierto que para muchos, y no me atreveré a cuantificarlos, es una pose. En cierto modo, también para otros muchos, el postureo en cualquier estatus o profesión es un modo de vida. El caso es que, si uno se levanta cristiano, se debe acostar cristiano. En el entre tanto, en el transcurso del día, es cierto que hay tiempo para ser bondadoso y pecador. A veces no a partes iguales. Pero la noche nos ofrece el punto de inflexión necesario para meditar y corregir errores. Realmente este modus operandi es válido tanto para cristianos como para agnósticos. Ocurre, sin embargo, que los cristianos católicos tienen una ventaja sobre los demás. En cinco pasos, por lo general breves, recuperan su limpieza del alma y se rehacen de los pecados: basta realizar examen de conciencia, contrición, confesar todos los pecados, hacer propósito de enmienda y cumplir la penitencia que imponga el sacerdote. Es un círculo cerrado y un gran invento. Ante las recaídas pecaminosas, de muy humana naturaleza, los católicos tienen patentado un extraordinario salvoconducto: otra confesión y volver a empezar. Y así todas las veces que sean necesarias para reconfortar el espíritu. Pero quienes escribieron la Biblia ya lo tuvieron en cuenta y se adelantaron a los aprovechados. Y en el libro Eclesiástico 28, 2-4 ya se da un tirón de orejas preventivo a quienes piensan que vale con ese método de “peco, me confieso, vuelvo a pecar y me vuelvo a confesar”:
2 Perdona las ofensas a tu prójimo,
y Dios perdonará tus pecados cuando se lo pidas.
3 Si uno guarda rencor a su prójimo,
¿cómo querrá que Dios le dé a él la salud?
4 No tiene compasión de un hombre igual a él,
¿y pide a Dios el perdón de sus pecados?
En efecto, hay que ser consecuentes de palabra y obra en cualquier fase de la vida u ocupación. También en política y, si cabe, aún más en política. Y en política, en la española en general y la madrileña en particular, todo parece desbocado y se cometen muchas tropelías a las Santas Escrituras. Y si con algo no podía Jesús era con la hipocresía a la que combatía con todas sus fuerzas. Son múltiples las referencias que hay a ello en los evangelios. Por ejemplo en el Evangelio según san Mateo 7, 4-5: “4 ¿O cómo dirás a tu hermano: Déjame sacar la paja de tu ojo, y he aquí la viga que tengo en el mío? 5 ¡Hipócrita! saca primero la viga de tu propio ojo, y entonces verás bien para sacar la paja del ojo de tu hermano.” Estos pasajes se antojan muy actuales después de conocer la visita que la presidenta de la Comunidad de Madrid ha hecho al papa Francisco en el Vaticano. De riguroso luto, pero sin peineta y sin mantilla como manda el protocolo de la Santa Sede, Isabel Díaz Ayuso ha besado el anillo papal de Bergoglio y se ha inclinado ante él. Damos por hecho que con muda limpia y alma inmaculada tras cumplir con los cinco pasos mencionados para obtener el perdón de sus pecados. Y no por pecados de la vida privada de la presidenta de la Comunidad de Madrid. Allá ella. Sin embargo, sí por sus pecados públicos que son juzgables por los terrenales y deberían serlo en las urnas. Y, por supuesto, por Dios, pues también contravienen sus mandamientos y atañen al prójimo de manera muy directa. El prójimo -cualquier persona respecto de otra- , ya sea un ciudadano dea pie o político de diferente signo siempre será nuestro prójimo. No conviene olvidar lo que Jesús le dijo a los fariseos y recoge el Evangelio de san Mateo 22, 38-40: “Amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma y con todo tu espíritu. Este es el más grande y el primer mandamiento. El segundo es semejante al primero: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. De estos dos mandamientos dependen toda la Ley y los Profetas”. De hecho, estos dos mandamientos son el epílogo de la tabla de Moisés. En nuestro día a día se puede interpretar como “compórtate con los demás como quieres que los demás se comporten contigo”. Por todo ello adquiere un gran significado el contenido del whatsapp de Isabel Díaz Ayuso: “Hoy la izquierda está acabada (…). Matadlos”. No debería quedarse en un ejemplo más de los exabruptos de la lideresa de la derecha madrileña. Es un pecado público y privado de quien horas después de enviar ese mensaje a sus “discípulos” de la Asamblea de Madrid, le hizo la genuflexión al papa. Es su último pecado público, pero no el único. (Por cierto, la presidenta madrileña no le recordó a Francisco las críticas que le hizo en septiembre de 2021 cuando le pareció «sorprendente» que Su Santidad pidiera perdón a México por los «pecados» de la Iglesia en la evangelización durante la conquista de América). El caso es que, según una recopilación publicada en El País, la colección de agravios al prójimo es larga y los resumía en las siguientes frases:
“La curva [de contagios del coronavirus] es igual que la curva de su boca. Mustia”.(20 de noviembre de 2020 a Mónica García, líder de la oposición).
“Usted reventaba cajeros y ve a Otegi como un hombre de paz”. (10 de diciembre de 2020 a Isabel Serra, de Unidas Podemos).
“Quiere prohibir que se compren Phoskitos a cambio de que se puedan fumar porros”. (9 de diciembre de 2021 a Mónica García).
“Viene a hacer terapia, así que desahóguese y dispare”. (5 de mayo de 2022 a Mónica García).
“A la política se viene llorado de casa. Y si no soporta la presión de quedar en evidencia un pleno tras otro, sea sustituida”. (12 mayo de 2022, a Mónica García.
“Mandan sicarios de su grupo (…) que les vote Txapote”. (2 de febrero de 2023 a Juan Lobato).
De todo ello se desprende que la longitud de su lengua es proporcionalmente igual a su desvergüenza. Tales magnitudes, sin embargo, no encuentran equivalencia a su capacidad intelectual, pero sí a su hipocresía. Como tal pueden entenderse sus lagrimas –con corrimiento de rímel incluido- en la misa celebrada en la catedral de la Almudena el 26 de abril de 2020 por las víctimas del coronavirus. Convendría recordar la gestión que realizó la presidenta de la Comunidad de Madrid en las residencias de mayores, donde los abuelos caían como moscas, y los posteriores enfrentamientos con el Gobierno de su Nación hasta que Madrid se convirtió en la tierra de la libertad. (Conviene saber que en el resto de España se ríen de nosotros por esto). Es deseable que, tras el viaje de regreso de Roma y postrarse ante el heredero de san Pedro, Isabel Díaz Ayuso no haya tomado el nombre de Dios en vano (segundo Mandamiento) y haya vuelto verdaderamente arrepentida. Porque así es como quiere Dios a los pecadores. Arrepentidos. Pero tratándose de quien se trata, parece poco probable que se obre semejante milagro. Detrás de la metáfora de whatsapp “matadlos”, se esconde un deseo político muy inquietante por antidemocrático y autoritario: matadlos sin piedad. Y eso para un política católica, como es el caso, es –o debería ser- pecado. Sin problema. Se arregla con el sexto sacramento –el de la confesión- y con los cinco pasos ya vistos que se encierran en él. Y mañana vuelta a empezar, que arrepentidos los quiere Dios. Es de esperar que, algún día, los electores no los quieran tan arrepentidos y tan hipócritas. A esta clase de políticos que dicen ser católicos, van a misa y lloran en la Eucaristía se les deben exigir otros valores y una moralidad consecuente. Se consideran tan superiores que hasta se permiten chanzas como la que Isabel Díaz Ayuso le dedicó al líder del PSM en la Asamblea de Madrid, Juan Lobato, el 23 de marzo pasado: “Puede marchar en paz, que vengo inspirada de El Vaticano”. A veces, lo que parecen inspiraciones divinas tienen su origen en el diablo. Cuidado con el Maligno pues también los quiere arrepentidos y está en todas partes.