Aguántese las náuseas

Algunos piensan que volver a la época de la náusea existencial de finales de la posguerra mundial es la única alternativa que nos dejan. Escepticismo, relativismo, nihilismo regresan (aunque nunca se fueron ni se irán del todo) como medios ideológicos y filosóficos para agarrarnos a la vida. Por eso, para la liberación del yo (si es que se puede liberar), o su desahogo, habrá que recurrir de nuevo a la exasperación del gesto o al reciclaje transmutador de la materia.

Tal sería una propuesta artística que exigiría a los autores tomar acción sin que nada signifique nada o con nada significando la nada. De ahí que todavía serían válidos los collages, los grattages y los frottages, así como los distintos materiales que delatan el signo de nuestro destino en esta nauseabunda sociedad: grava, basura, tejidos, arena, madera, yeso, cuerda, hojas de periódico, heces, plástico, hojalata, etc.

Así que conviértanse también ustedes en artistas, usen su espíritu como potencia de transformación (Paul Valéry) y expresen su negrura rasgando, rascando, quemando, arrugando, destruyendo, goteando, hasta que ese mundo hostil huela, sude, vomite y dé la medida de su iniquidad y perversión.

Después de eso esas obras quedarán como un testimonio inútil e ineficaz, como algo exótico, disparatado e incluso maloliente. Pero lo cierto y verdad es que siempre estarán repitiéndose de una forma o de otra. Y ya entonces tendremos la seguridad de que sobre la nada se ha plasmado todo, aunque ese todo sea nada.

Gregorio Vigil-Escalera

Miembro de la Asociación Internacional y Española de Críticos de Arte (ICA/AECA)