Adolescencia del arte y adolescencia del artista

Según Peter Blos la adolescencia comporta un potencial benéfico tanto por su capacidad para ordenar los conflictos como facilitar su proceso de integración, mediante el cual asegura una continuidad en la experiencia del yo que favorece la emergencia de un sentimiento estable de sí: el sentimiento de identidad. El modelo genital orgánico de Freud (el tipo es una cita insoslayable y no me hubiese gustado haber caído en sus manos) se refiere al efecto de la adolescencia sobre el proceso artístico, tanto en su acción como en su sufrimiento, en su invención como en su contemplación.

Y a la par existe una adolescencia del arte a partir de la cual la obra emprende el vuelo, se decanta y se va determinando, lo que no quiere decir que estemos ante procesos sincrónicos, simultáneos o paralelos. Tales fenómenos solamente tendrán lugar –y lo volverán a tener- en casos excepcionales.

Si nos fijamos en Henri Moore, observaremos que la transmisión le viene a los diez años al tomar contacto con la piedra con motivo de ir de merienda al campo con su padre. Le durará hasta los cuarenta años el trabajar con ella.  Hans Hartung, a partir de los quince años, quiere ser santo y asceta, destruye los juguetes y duerme sobre una cama de hierro. Llega incluso a convertir y convencer a su aya para que tome los hábitos. A los diecisiete emprende la gestación del conjunto formas que durante cuarenta años conformarán su obra. 

Lo de Chagall ocurrirá a los trece años estando una mañana en la escuela. Según lo que él mismo cuenta, fue cuando vio, por encima de la espalda de un alumno que estaba en el pupitre que le precedía, el dibujo de un fumador. Por primera vez, confiesa, estaba ante el fenómeno de la creación. Inmediatamente después se va a la biblioteca y empieza a reproducir el retrato del compositor Rubinstein, que fue su primer dibujo.

Evidentemente, hay más casos que presentan los mismos rasgos y características, pero de ello no podemos sacar conclusiones taxativas e incurrir en la tentación de formular las tan consagradas tesis, pues en la adolescencia confluyen impulsos y actividades prototípicas y usuales tanto respecto al amor como a la ciencia, el trabajo o el arte.  Pero no deja de ser sumamente esclarecedor y singular.

Gregorio Vigil-Escalera

De las Asociaciones Internacional y Española de Críticos de Arte (AICA/AECA)