A tomar por el culo el público
Para los llamados círculos actuales de reconocimiento artístico, el público en general es un agente inferior y último, es más, brilla por su ausencia –que es lo mismo que decir que no interviene porque está siempre en fuera de juego-. Lo importante son los museos, las instituciones, los espacios públicos y las galerías.
Ya Schiller declaraba que el verdadero artista debía apelar al “elegido” de una nación y no a la masa. Y además poseía el convencimiento de que solamente una clase o población liberada del trabajo podía adquirir facultades estéticas de juicio (¿será ese uno de los motivos por el que los museos y los espacios públicos son refugios preferidos por los jubilados?).
Por su parte, Mandeville afirmaba que los maestros no pintan para la gente común sino para las personas de entendimiento, incluso en algunos casos señalaron a “las víctimas”, como la prohibición –siglo XVII-, en Inglaterra, de que los soldados, los estibadores y las mujeres con niños -observen que no incluye a los mendigos y algunos de otro pelaje- pudiesen entrar en las exposiciones de arte por ser personas inapropiadas para acudir a ellas.
Sin embargo, Diffey –muy demócrata- fue la excepción, una valiente excepción sin mucho tino. Defendió que el estatus de la obra de arte ha de ser conferido por el juicio del público. De no ser sometida a su examen no podría obtener tal condición.
Entonces, de haberse puesto en vigor este último criterio y se mantuviese vigente en estos momentos ¿cuántas obras quedarían a salvo? ¿Serían las mismas de ahora o serían otras? Si nos atenemos al planteamiento de Danto en lo concerniente a que algo en arte no es algo que el ojo pueda ver, el pobre público podría ir ciego a los acontecimientos artísticos y verlo todo. Así sería mucho más fácil y se acabaría la cuestión.
Finalmente, tenemos a George Dickie para aclararnos que cuando se refiere a un público, no se trata de todo el público, sino del público del mundo del arte. Supongo que los habrá ido contando uno a uno. De todos modos, el futuro seguro que nos reservará nuevas teorías sobre esta problemática, incluso la posibilidad de contar ya con la opinión de antropoides.
Gregorio Vigil-Escalera
De las Asociaciones Internacional y Española de Críticos de Arte (AICA/AECA)