A POR EL TERCER AÑO DE LA VICTORIA
En su comparecencia ―incluida la poco habitual aceptación de preguntas― el Presidente del Gobierno ha sido profético: 2014 será el año de la recuperación. Los dos anteriores han servido para implementar las «reformas» tan necesarias como imprescindibles y ha llegado la hora de ver sus frutos. Como norma general las profecías no se cumplen, pero en este caso más nos valdrá a todos que la excepción se materialice.
De momento, el ministro de Industria y Energía, Sr. Soria, junto con su cohorte de asesores, se encuentra enfrascado en desentrañar el misterio de la Santísima Trinidad llevado a la factura de la luz: crece el importe del recibo con ritmo uniformemente acelerado y sin embargo el llamado «déficit tarifario», por las supuestas pérdidas de las compañías eléctricas en producir una energía a mayor precio de su venta, es una especie de galimatías tan difícil de entender como de explicar. Groso modo, la potencia instalada supera con creces a la demanda y buena parte de las centrales ( hidroeléctricas y nucleares) son inversiones amortizadas, en su mayoría. Se supone que el juego de una economía de mercado debería ajustarse a las leyes de la oferta y la demanda. No obstante, la intervención del «Espíritu Santo» en forma de subasta, con la participación de bancos y fondos de inversión, puede darnos una idea de por donde se van los megavatios y los euros.
Sin que la ministra de Sanidad, Ana Mato, se haya dado cuenta, como ocurría con los asuntos de su exmarido, se sube el copago de los pensionistas y de las medicinas hospitalarias. Después de anunciar un 0,25% como «subida» que mantendría el poder adquisitivo de las pensiones, el aumento de precios con el que se estrena el nuevo año ―todos por encima del IPC― parece un sarcasmo que se lanza con total impunidad sobre las espaldas de quien ni se teme ni se espera respuesta alguna, salvo un civilizado pataleo.
Por su parte el ministro de Hacienda, Cristóbal Montoro ―cada vez más asentado en su papel de caricato oficial del Ejecutivo― va a comprobar que sus aseveraciones de que se cumpliría con el déficit público decidido por Bruselas, se convierten en afirmaciones que se va a llevar el viento de la realidad. Serán unas décimas de desviación cuando se compute la totalidad del año que acabamos de dejar atrás. Pero qué décimas. Serán unos cuantos miles de millones de euros que se transformarán en nuevos recortes para incluir en unos presupuestos generales que pueden quedar rebasados nada más empezar su andadura.
Dejando a un lado el deterioro de la Sanidad y la Educación, o los casos de corrupción, (que ya es dejar) y con la creación de empleo a la espera de las rogativas de la ministra Báñez a su Virgen predilecta, hay un asunto que se cierne cual nube amenazante sobre el cumplimiento de la profecía de MR: Cataluña. La tesis de los otrora apoyos del gobierno central ―socialistas o populares, lo mismo daba― es la independencia. La antítesis, del Ejecutivo y el PP, es la unidad, seguir como hasta ahora. En este planteamiento hegeliano podría pensarse que la síntesis es la propuesta federal del PSOE. Sin embargo, parece que hay poco margen para esta solución dialéctica: Cataluña, y el resto de comunidades autónomas, tiene tantas competencias como si el Estado tuviera una estructura federal. Por otra parte, la integración europea, a pesar de su ritmo paquidérmico, asume cada vez más competencias, con lo que el Estado tiende a la anorexia funcional. La solución será política, pero irá poco más allá de la semántica. Salir de la UE, con lo que llueve, es exponerse a la congelación económica y social.
Y más que una amenaza sobre la profecía mariana, puede ser un severo inconveniente para la estabilidad interna del PP y la aspiración de seguir con su mayoría apabullante. Es el espantajo de Ley del aborto que patrocina el ministro de Justicia, Alberto Ruiz-Gallardón. Para demostrar coherencia con sus manifestaciones, esperamos (más temprano que tarde) que pida la adopción urgente de un niño con malformaciones severas, puesto que ha dicho públicamente que no le importaría tener un hijo con esas duras trabas. No obstante, dado el rumor de rechazo que empieza a detectarse entre las propias filas populares, a MR, con su maza de acero envuelta en funda acolchada, no le temblará el pulso en descargarla ―políticamente, se entiende― sobre la cabeza de un político que, tras años de impostura, ha mostrado su verdadero rostro de peligro para las mujeres y para su propio partido.