A LA ESPERA DEL 26-J

Salvo milagro a la catalana, los días que quedan hasta el agotamiento del plazo constitucional para que se convoquennuevas elecciones, incluida otra ronda de consultas del Jefe del Estado, puede darse como tiempo amortizado. Todas las formaciones políticas se disponen a presentarse ante la ciudadanía como adalides del esfuerzo necesario para que hubiera gobierno y se evitara la nueva cita con las urnas, pera la intransigencia de otros no lo ha permitido. La última muestra la tenemos en PODEMOS.

Con el orgullo que suelen exhibir los más listos de la clase, la dirección de la formación morada muestra los apabullantes datos del referéndum convocado para apoyar o rechazar la propuesta de la dirección de oponerse a un gobierno PSOE-Ciudadanos. El resultado ha sido abrumador a favor de la propuesta de Pablo Iglesias (casi a la búlgara), pero presenta una pequeña sombra: la participación no ha llegado al 38%. Sin dudar del sustento democrático de esta forma de consulta (utilizada con frecuencia por personajes como Franco o Pinochet), tal vez el nivel de participación debería tener un listón mínimo del 50% para que el contenido democrático no ofreciera fisuras (en la elección de la actual dirección de PODEMOS en Andalucía la participación no llegó al 20%). Cumplido el trámite, la nueva carta de presentación ante la ciudadanía será que obedecen el mandato de las bases y han sido otros los que se han opuesto a un gobierno de progreso («a la valenciana»). Todo en definitiva preparado para dar el ansiado sorpasso y desplazar al PSOE como representante de la izquierda.

En el PSOE, Caín (con carnet fundacional) no duerme. Y ya se preparan los puñales para acabar con un líder pret-a-porter que ha obtenido los peores resultados de la democracia y al que los barones (que beben los vientos por Susana Díaz) quieren mandarlo al desván de los errores. Le marcaron un estrecho terreno de juego en el que no debían entrar, bajo ningún concepto, ni PP ni los independentistas; ni tampoco PODEMOS si mantenía su apoyo al derecho a decidir de Cataluña. Con el pequeño detalle de haber sido elegido por la militancia, Pedro Sánchez asumió el riesgo de intentar formar gobierno con dos objetivos: salvar su culo (Celia Villalobos dixit) y romper el impase constitucional provocado por la negativa de Mariano Rajoy a formar gobierno. Ahora queda por saber si la baronesa andaluza deja de amagar y presenta su candidatura a liderar el PSOE en la próxima cita electoral y demuestra que es una líder de gran peso, como aseguran sus propagandistas, o simplemente es una política que conoce muy bien el funcionamiento de su partido y poco más.

CIUDADANOS se muestra como una formación negociadora con un dirigente responsable, Albert Rivera, que ha apurado hasta el último segundo en pedir al PSOE y al PP que se sienten a negociar, aunque el resultado ha sido como predicar en el desierto. El premio que obtenga su «sensatez» en las urnas está por ver.

En cuanto al partido más votado ( no al que ganó las elecciones; que no las ganó, pues estaría gobernando), trata de conseguir que los casos de corrupción que le salpican de forma monótona, no le afecten demasiado. Y, para sorpresa de algunos, las encuestas empiezan a darle a la razón a Mariano Rajoy: no solo no baja; puede obtener un repunte apreciable (tal vez gracias a la estupidez política de las formaciones autocalificadas de «izquierda»). Desde el 20-D se le ha acusado al máximo dirigente del PP de tancredismo, de falta de liderazgo y de carecer de ideas. Sin embargo, rehusó formar gobierno ante la certeza de no poder conseguirlo. Su plan B ha consistido en dejar que sus enemigos se machaquen entre sí para que la ciudadanía reflexione y opte por «lo malo conocido…» Son muchos los problemas a resolver en el corto y medio plazo, pero Mariano Rajoy sigue la recomendación del fundador del Opus Dei. «Lo urgente puede esperar. Lo muy urgente deber esperar». Y él espera que sus adversarios se anulen entre sí y la ciudadanía opte por lo más «sensato».

Y como el que no quiere la cosa el gobierno en funciones ha presentado el Plan de Estabilidad Presupuestaria que (sin remedio) tiene que enviar a Bruselas: déficit, crecimiento, paro y deuda muestran cifras bastante más desfavorables que las prometidas hasta ahora por las previsiones del Ejecutivo. Se diga o se oculte, la traducción son más recortes que recaerán en los de siempre. El panorama a despejar por el próximo gobierno (si es que se puede formar con los planteamientos particulares de cada partido en la actualidad) es preocupante, pero para la ciudadanía será sangrante.