ACEPTACIONES Y RECHAZOS
La identidad del arte, siendo única, siempre está de mudanza cuando termina y se aferra a la conservación cuando empieza. El propio Didi-Huberman alega que la noción de obra de arte invoca espontáneamente las ideas de perennidad o de unicidad.
Así es como vamos tomando conciencia de que el planeta acabará siendo la extensión mestiza de su origen, relativista y multicultural, hasta el punto de que James Clifford afirma que quizás ahora todos somos caribeños en nuestros archipiélagos urbanos.
Por tanto, si no se mira pura y simplemente, sino que se hace con palabras, la mirada es ocasión de conocimiento y se adentra en la mezcla, en la trashumancia, en la ansiedad más insatisfecha, incluso se transforma en la hibridación de uno mismo con lo que ve y con lo que piensa, con el abrir puertas y ventanas a todos los hemisferios, a todas catarsis artísticas, a todos los mundos no imaginados todavía y a las liberaciones no consumadas.
El artista y el público somos actualmente seres ambulantes que cambiamos de definición según lo que observamos, porque lo importante es que se mantenga constante esa tensión entre arte y vida, a pesar de que ambos, como entes vivos, siguen teniendo el privilegio del dolor y la potencia infinita que se esconde en lo negativo.
Con lo cual, el arte con su presencia, con su amalgama creativa de sueños, soledades, visiones y realidades, construye un templo para que los muertos desciendan menos tristes o más alegres a sus tumbas.
Pero lo que ya es imposible, es llevarnos con nosotros la memoria, el resistir con ella, reinventarnos a través suyo desde la fosa, y perseguir de todas las maneras posibles y sin perderles la pista a todas las fantasías con las que ha transcurrido nuestra existencia.
Nuestro cuerpo para entonces ha dejado de ser esa armadura -de la peor chatarra- que se plantaba frágilmente ante un mundo caótico dentro y fuera, ante el cual una criatura rota, traumatizada, multicultural, portadora de subjetividades contradictorias, llega a pensar que ha matado al sujeto anterior y ha resucitado uno nuevo fruto de un tiempo y un espacio, de una sociedad y una tecnología, que se precipitan sobre ella amenazadores.
Gregorio Vigil-Escalera
De las Asociaciones Internacional y Española De Críticos de Arte (AICA/AECA)