El siglo de la radio

Quisiera tener el talento disruptivo preciso para hacer una columna que fuera una parodia, cuando no una burla, sobre la radio. Se destila tanta cursilería merengada cuando se habla de este medio de comunicación, que estoy tentado de sacar el revolver verbal y disparar sin piedad sobre el primer radiofonista o radio adicto que se mueva, especialmente en ocasión tan indicada como este 2024, en que la radio cumple un siglo. Por lo que sea, la radio tiene muy buena prensa, todo lo contrario que la televisión, que la tiene mala. Me pregunto el porqué, desde el entendimiento de que soy alguien poco indicado para resolver esa cuestión, dado que soy un radio-adicto contumaz y un espectador de televisión desapasionado. En lo profesional, he trabajado en ambos medios, si bien ha sido en televisión donde he tenido oportunidad de hacer los mejores trabajos. Pues, aun así.

Me gustaría, ya digo, arremeter contra la radio, pero no me sale, es como si me dicen que difame al Atlético de Madrid. En el hecho de que la radio tenga mejor fama que la televisión quizá pese que el segundo es un medio más potente, y la prueba está en que cualquier político prefiere aparecer en televisión antes que en radio, y lo mismo ocurre con quien aspira a la relevancia social. Por el fútbol televisado, los clubes reciben desorbitadas cantidades de dinero, impensables en el caso de la radio. Y así por el estilo. Siempre queremos más a David que a Goliat. Si la televisión es más deseada, también es normal que sea más vilipendiada, de ahí que se haya extendido el apelativo despectivo de “televisión basura”, en tanto nadie habla de “radio basura”, como si esta última fuera pura, como la Purísima Concepción, y por lo mismo no produjera excremento alguno. Durante decenios, la ocurrencia de los listillos era llamar a la tele “la caja tonta”, dando a entender que el tonto o el inteligente era el objeto mirado y no quien lo miraba.

Con todo y con ello, podría parecer que yo quisiera hacer un elogio de la televisión a costa de la radio, pero solo quería despejar algunos tópicos antes de dedicar unas palabras apasionadas a la radio, que ha sido la banda sonora de mi vida, la que me hizo soñar desde niño, la que alimentó mi imaginación y mi fantasía, mi afán de descubrir el mundo, etc. La radio va a cumplir cien años y yo llevo más de cincuenta escuchándola, y no diré que la que se hace ahora sea peor o mejor que la que se hacía en otros tiempos. Por decirlo de una manera simple: la radio de ahora es peor y es mejor, y también es distinta, pero, sobre todo, es igual, porque ya lo dijo McLuhan: “El mensaje es el medio”, y la verdadera naturaleza de la radio es la radio misma, tanto cuando escuchábamos Lucecita como cuando nos divertimos con Las noches de Ortega. La radio es un artefacto informativo de primera necesidad y de la máxima solvencia, y es un parque temático de palabras y canciones, el bosque animado de las voces que perdurarán en nuestra memoria hasta que la memoria se rompa de tanto usarla o por la pura pérdida de la costumbre de vivir.

Original elobrero.es

MEDIA

Juan Antonio Tirado, malagueño de la cosecha del 61, escribe en los periódicos desde antes de alcanzar la mayoría de edad, pero su vida profesional ha estado ligada especialmente a la radio y la televisión: primero en Radiocadena Española en Valladolid, y luego en Radio Nacional en Madrid. Desde 1998 forma parte de la plantilla de periodistas del programa de TVE “Informe Semanal”. Es autor de los libros “Lo tuyo no tiene nombre”, “Las noticias en el espejo” y “Siete caras de la Transición”. Aparte de la literatura, su afición más confesable es también una pasión: el Atlético de Madrid.