Eugenio d´Ors y las ostras
Eugenio d´Ors es un escritor clásico y sin lectores, doble condición que para algunos puede resultar paradójica, pero que no lo es tanto si se mira cualquier historia literaria. Morirse y permanecer vivo en la memoria, sin necesidad de convertirse en un reclamo de librería, es una circunstancia que iguala a talentos tan dispares y tan fecundos como los de d´Ors, Gabriel Miró o Ramón Gómez de la Serna. A la minoría siempre, decía Juan Ramón Jiménez, cuyo burro Platero ha acabado en los pupitres de todos los escolares, junto con las peripecias de ese gordo y ese flaco manchegos conocidos como don Quijote y Sancho. El grito de guerra juanramoniano no pasaba de ser una porfía retórica, ya que la literatura, por sí misma, ha sido siempre minoritaria. A no ser que el onubense universal se refiriera a la minoría de la minoría, que es casi una nada, aunque muy ilustrada. O lo que es lo mismo, una característica que une a todos los escritores sin lectores que en el mundo han sido y que en España son multitud.
Sobre Eugenio d´Ors se cuenta que cuando acababa de dictarle un artículo a su secretaria le preguntaba si lo entendía, y si la respuesta era afirmativa, comentaba: “Pues vamos a oscurecerlo”. A saber si el dicho es cierto, porque sobre d´Ors proliferan las anécdotas. Y sobre todo son legión las citas que se le atribuyen. Todo él es una inmensa casa de citas, hasta el punto de que su literatura ha sido más citada que leída, más extractada que disfrutada. Cuando de citar se trata, la clase media intelectual suele echar mano de Óscar Wilde y la clase alta de Eugenio d´Ors. Puede que el problema de d´Ors sea el mismo que Umbral atribuía a Carlos Luis Álvarez, Cándido. Según Umbral, Cándido tenía la mala suerte de ser más inteligente que la mayoría de sus lectores, lo que no deja de ser una cuestión peliaguda.
Don Eugenio era un catalán atípico y un español de misa y brazo en alto. Desde los primeros meses del Alzamiento del 36 estuvo en Burgos, junto a Franco, con otros notables intelectuales fascistas como Pedro Laín Entralgo, Dionisio Ridruejo o Gonzalo Torrente Ballester, pero la prosa de d´Ors adquiría más brillos burgueses y estaba mejor armada estilísticamente para la paz, que para el ruido de los cañones y el estrépito de las trincheras. Aquel hombre regordete, de rostro sin arrugas, y vocación de ángel nació para las distancias cortas y las palabras susurradas en los salones y no para la intemperie y el aguacero de la historia. Escribió Eugenio d´Ors con abundancia e inteligencia sobre los temas más dispares, y la curiosidad sobre la creación artística está entre sus grandes intereses intelectuales. Su gloria aumenta en la misma medida en que los lectores siguen dándole la espalda. A mí me pasa con él y con sus célebres glosas como con las ostras, que aun reconociéndole su pedigrí y su condición de manjar, no acaban de gustarme. En mi caso me quedo con las gambas. Cuestión de gustos.
Original en elobrero.es
JUAN ANTONIO TIRADO
Juan Antonio Tirado, malagueño de la cosecha del 61, escribe en los periódicos desde antes de alcanzar la mayoría de edad, pero su vida profesional ha estado ligada especialmente a la radio y la televisión: primero en Radiocadena Española en Valladolid, y luego en Radio Nacional en Madrid. Desde 1998 forma parte de la plantilla de periodistas del programa de TVE “Informe Semanal”. Es autor de los libros “Lo tuyo no tiene nombre”, “Las noticias en el espejo” y “Siete caras de la Transición”. Aparte de la literatura, su afición más confesable es también una pasión: el Atlético de Madrid.