2020: CUÁN LARGO ME LO FIÁIS
Podría ser la respuesta del Burlador de Sevilla o de Don Quijote ante el reto que se plantea PODEMOS para «asaltar los cielos» (alcanzar el gobierno del Estado, tras derrotar al PP). Las incógnitas que se plantean por la llegada a la presidencia de USA de Trump, el Brexit o la supervivencia misma del euro o de la Unión Europea, sin olvidar el difícil equilibrio político interno, hacen que las previsiones para unos meses sean arriesgadas; para varios años son un simple ejercicio de voluntarismo o de ignorancia. A todo esto se añade el lio interno que se ha montado de cara a la conferencia denominada VISTALEGRE II que ha de decidir el control del partido. Y tan solo se han cumplido tres años de su fundación.
«Pablistas», «Errejonistas», «Anticapitalistas» y ahora «Bescansistas», amén de las diversas formaciones autonómicas o regionales, conforman una variada posibilidad de opciones y una demostración de respeto democrático a las diferentes sensibilidades. Pero la amplitud de la oferta puede volverse en contra del proyecto y sus objetivos, al convertirse en una división paralizante. Si rechazable es el monolitismo a la «búlgara», la división sin límites parece poco operativa. El líder incontestable, pero cada vez más criticado, ha pedido dejar de «mirarse el ombligo», petición oportuna pero un tanto extraña viniendo de quien no deja pasar ocasión para terciar en cualquier tipo de asunto, tanto en las redes sociales como en los medios de comunicación clásicos.
En esta disputa de «galgos o podencos», además de la llegada al poder como objetivo lógico de toda formación política, se plantea la forma de hacerlo: la apuesta de Pablo Iglesias parece inclinarse por un modelo más radical y cerrado; la de Íñigo Errejón por una opción más inclusiva y transversal. Sin embargo, la catarata de mensajes, tuits, declaraciones y manifestaciones de todo tipo alejan lo apropiado del debate para trasladarlo al campo de la disputa y el enfrentamiento, al terreno del espectáculo. Y entonces puede ocurrir, como bien señala Terry Eagleton (Cultura), recordando a Marx, que «una acción tiene un significado para la persona que lo realiza que no es idéntico a su significado para el «otro», en el sentido del ámbito del lenguaje o del sistema social en su conjunto… La verdad sobre nuestros actos, por así decirlo, se halla en el «otro», en el campo del significado, no en nuestras intenciones o experiencias». De aquí que lo que se ha planteado como objetivo político en favor de la mayoría social sea visto como una disputa de gallos de pelea, una partida de pingpong o una mezquina lucha por el liderazgo de un partido y su cuota de protagonismo. Y al final puede terminar en una aportación más a la cultura del espectáculo en la que estamos inmersos, perdiendo todas sus posibilidades transformadoras.
El objetivo que PODEMOS se plantea para 2020 pudo alcanzarse tras las elecciones del 20-D, pero la torpeza (por sintetizar) de unos y otros impidió el objetivo lógico de desalojar del gobierno a un partido perpetrador de recortes sociales tremendos y denunciado por numerosos casos de corrupción, con un presidente mintiendo en sede parlamentaria y alentando con sus mensajes a un individuo que es el paradigma de los manejos y chanchullos habidos hasta la crisis desatada en 2008.
Todo (o casi) parece apuntar que tampoco PODEMOS podrá superar el freudiano desgarro interior permanente que aqueja a la izquierda y puede perder la ocasión de tomar el relevo del PSOE, pero no por la agresividad del sorpasso, si no por relevo generacional. Los socialistas están intentado justificar su abstención (apoyo) al gobierno de Mariano Rajoy, presentado logros matizables (salario mínimo, pobreza energética o cláusula suelo), pero siguen a la búsqueda de su identidad perdida y con la incógnita de encontrar un nuevo líder que enderece el rumbo del partido: Susana Díaz no termina de decidirse, pues vive bajo el síndrome de Dante (Si yo me voy, quién queda. Si me quedo. Quién va); Pedro Sánchez más parece un Lázaro mal enterrado; y Patxi López un Yago traidor, dispuesto a aprovechar la mínima oportunidad, olvidando anteriores fidelidades. No obstante, queda todavía un mes hasta el congreso de PODEMOS y ese corto espacio de tiempo puede ser intenso en novedades, motivos hay para ello: desde el futuro de las pensiones hasta la situación de Cataluña.