13, RUE DEL PERCEBE Por Teófilo Ruiz

Al escuchar las explicaciones que, sobre diversos asuntos, nos da lo más granado de la élite política y económica podríamos pensar que en realidad son habitantes de 13, Rue del Percebe que hace ahora 52 años dio vida el genial dibujante F. Ibáñez.  Del cúmulo de despropósitos y explicaciones absurdas destaca, con brillante luz propia en el papel de portera embustera, María Dolores de Cospedal: la argumentación esgrimida para explicar el fin de la relación del PP con su extesorero Luís Bárcenas no es lo de «la parte contratante…» de Groucho Marx, ni el galimatías de Cantinflas; se parece mucho más a las sandeces de un Antonio Ozores, en un intento fallido de justificar cualquier despropósito.

Por su parte, MR recuerda al sastre desastre que trata siempre de engañar a sus clientes, acortando las mangas de las chaquetas y alargando el importe de sus facturas. En este caso, Luis el cabrón no parece muy convencido de que el nuevo traje que le ha cortado MR no es de presidiario y está dispuesto a realizar todo tipo de reclamaciones hasta que el terno le quede a la medida y le permita disfrutar cómodamente de su evadida fortuna en cuarto creciente.

Hay otros «habitantes» que destacan por derecho propio como es el caso de los ministros Ruiz- Gallardón, Wert y Montoro: son los niños gamberros, empeñados en la trastada permanente para poner de los nervios a sus mayores. En cuanto a Manolo, el inquilino del ático, dedicado a vivir del cuento tiene bastantes candidatos para asumir el papel con dignidad, aunque al autoproclamado «em-pal-mado» le sienta realmente bien. Con respecto al ladrón Ceferino que vive con su mujer y con el variopinto botín que ha logrado acumular, los candidatos con cv suficiente son «innumerables», como los antiguos mártires cristianos de Zaragoza.

Y en las alcantarillas de tan peculiar inmueble vive Don Hurón, un personaje que por derecho propio, conseguido a pulso, le corresponde a Pérez Rubalcaba que no solo recibe los puntapiés del sastre desastre, cada vez que se lo tropieza en la acera, sino que hasta buena parte de los animalejos con los que comparte albañales se le suben al lomo o le mordisquean las orejas con la excusa de que hay que dejar bien claro el trozo de alcantarilla que corresponde a cada uno.

Aunque de forma esporádica, también aparece el detective Mortadelo, con su particular método de investigación, para conocer los entresijos de las vidas de unos individuos que han hecho de la chapuza, el engaño y la estafa su modo de ser. El cúmulo de informes es tal que el peculiar investigador ha decidido venderlos, dado que su lectura completa le produciría un severo agravamiento de su ya considerable miopía, y así poder comprarse un nuevo disfraz de avestruz con el que camuflarse y esperar acontecimientos.

En esta peculiar vivienda de 13, Rue del Percebe todo se deteriora y está manga por hombro, ante la indiferencia del nuevo presidente de la comunidad, el sastre desastre (MR) y la colaboración inestimable de la portera embustera. Para colmo, el problema más grave, el empleo del ascensor sigue sin resolverse y es de temer que así continúe, pues, hasta ahora, para realizar reparaciones los operarios más cualificados que por aquí han aparecido han sido Pepe Gotera y Otilo.